miércoles, 20 de abril de 2016

Declaración de autoestima






Desde que comencé a estudiar coaching me di cuenta de lo importantes que son nuestras palabras, del poder que tienen las declaraciones de cara a la claridad y la transformación, de cómo pueden modificar las historias y actuar como principio. 
Todos sabemos acerca de la falta de reconocimiento en la que a veces nos sumimos en este mundo. Personalmente, he llegado a la conclusión de que las personas pueden hacerme críticas constructivas para que avance en mi propio camino, pero que no voy a ponerme a hacer lo que de mí se espera porque cada uno ha de ir a por lo que quiere en este mundo. Por eso, que lo que esperan lo hagan ellos, que no me lo pidan a mí ya que yo tengo mi propia vida e intereses. Y sobre todo, ante las mentiras, ante los juicios infundados que se digan de nosotros, sabed que lo que sí cuenta es lo que todos hacemos cada día, y eso, la mayoría de las veces, solo lo vemos y sabemos nosotros mismos, en nuestra intimidad, aunque podamos tener al mundo entero en nuestra contra.
Que nadie os haga esclavos de su propia incapacidad, capricho, miedo y miserias. No seáis esclavos de los deseos o lo que le gustaría a nadie, porque no estáis para eso. Vosotros sabéis quiénes sois y lo que cuenta es eso. Lo que hacéis cada día. No olvidéis nunca quiénes sois; no olvidéis nunca que vuestra alma os pertenece. Esto es lo que permanece en el cambio independientemente de lo diga o piense alguien más.
Por todo ello, este regalo que por lo menos yo voy a tener muy presente y colgar en mi pared (también podéis escribir vuestra declaración de autoestima. ¿Cómo sería...?):



Yo soy yo.
En todo el mundo no existe nadie exactamente igual a mí. Hay personas que tienen aspectos míos, pero ninguna forma el mismo conjunto mío. Por consiguiente, todo lo que sale de mí, es auténticamente mío porque yo sola lo elegí.
Todo lo mío me pertenece, mi cuerpo, todo lo que hace; mi mente con todos mis pensamientos e ideas; mis ojos, incluyendo todas las imágenes que perciben; mis sentimientos, cualesquiera que sean, ira, alegría, frustración y amor, decepción, emoción; mi boca y todas las palabras que de ella salen, refinadas, dulces o cortantes, correctas o incorrectas; mi voz fuerte o suave; y todas mis acciones, sean para otros o para mí. Soy dueña de mis fantasías; mis sueños, mis esperanzas y mis temores. Son míos mis triunfos, y mis éxitos, todos mis fracasos y errores. Puesto que todo lo mío me pertenece, puedo llegar a conocerme íntimamente. Al hacerlo puedo llegar a quererme y sentir amistad hacia todas mis partes.
Puedo hacer factible que todo lo que me concierne funcione para todos mis intereses. Sé que tengo aspectos que me desconciertan y otros que desconozco. Pero mientras yo me estime y me quiera, puedo buscar con valor y optimismo soluciones para las incógnitas e ir descubriéndome más y más. Como quiera que parezca y suene, diga y haga lo que sea, piense y sienta en un momento dado, todo es parte de mí ser.
Esto es real y representa el lugar que ocupo en este momento del tiempo. A la hora de un examen de conciencia, respecto de lo que he dicho y hecho, de lo que he pensado y sentido, algunas cosas resultaran equivocadas. Pero puedo descartar lo inadecuado, conservar lo bueno e inventar algo nuevo que supla a lo descartado.
Puedo ver, oír, sentir, pensar y hacer. Tengo lo medios para sobrevivir, para acercarme a los demás, para ser productivo y para lograr darle sentido y orden al mundo de personas y cosas que me rodean.
Me pertenezco y así puedo estructurarme.
Yo soy yo y estoy bien.


Mi declaración de autoestima, por Virginia Satir




Siempre mía, Marian Megía López

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